Este morellano nace en 1919 y dedica toda su vida laboral a la albañilería. Mientras, en su tiempo libre es un acérrimo aficionado a la dolçaina, o gaita, como se la llama en Morella.

Una vez jubilado, comienza a construir dolçainas y forma tándem junto al gaitero Miquel Ferrer, convirtiéndose así en el único artesano de la dolçaina de la comarca “dels Ports”. En 2006, construye su último instrumento y se dice que había hecho más de 1000. Su saber y años de pruebas queda en manos de “Jesús, el de Carrascull”, como él mismo lo llamaba.

            En el año 2010, se le agradece públicamente su labor de promoción de la cultura local en Morella, destacando además su colección de más de 6000 de estos instrumentos que convertían su casa en un “Museo de la Dolçaina”.

            Muere en 2015 con 96 años en Morella, rodeado de los suyos y con la admiración de todos los amantes de este instrumento tan tradicional. Sus instrumentos quedan repartidos por todos los territorios de la Antigua Corona de Aragón y, seguramente, durante muchos años, el sonido característico de sus instrumentos seguirá acompañando los Corpus, Santantonis y Sexennis de su ciudad de siempre, Morella.